Hace un par de semanas estaba tomando una copa en un bar, era bastante temprano, todavía no eran pardos todos los gatos y de repente, una tía se me acercó, sí, sí, ¡se me acercó ella!, no es que yo fuese a buscarla, no, vino ella hacia mí. Fue toda una sorpresa por dos motivos, uno, porque era muy temprano para que a nadie se le diera por tontear y menos conmigo. Y dos, porque aquella tía superaba la mejor de mis expectativas, era una tía increíble, no una tía de “son las cinco de la mañana, estoy borracho, y para lo que soy yo bien me vale” No. Una tía de lunes, ocho de la mañana, de mala leche por tener que ir a currar, aún con resaca del fin de semana, te la cruzas y haces: “¡¡¡Aaauuuuu!!!” Aullas su belleza. Os lo digo en serio, la mujer de vuestros sueños. Hasta el más recatado, teniéndola en frente sólo pensaría en quitarse la ropa. Y parecía que iba a haber suerte. Desde aquel día tonteamos durante una semana y a cada día que pasaba, la temperatura entre nosotros dos no hacía más que subir. Estaba a punto, a puntito de acariciar el paraíso, sus palabras eran miel en mi paladar, me decía: “Me encanta verte así, que mi presencia te haga tan feliz, notar como te acaloras cuando estoy a tu lado…” Era tan maravilloso que costaba creer que fuera verdad. Pero lo era, y tanto que lo era. Lo supe cuando, tras un breve silencio, después de pronunciar las palabras que acabáis de leer, me espetó: “Nos vemos en agosto, si hay suerte a finales de julio.” Y se dio media vuelta y se fue, y no sólo se fue, sino que desapareció, no dejó rastro, o sí, un rastro gélido, se me heló el corazón de golpe y supe que así permanecería hasta su regreso.
Decidme si que te hagan esto, que te dejen así sin motivo alguno justo cuando más a gusto estabas, ¿es o no es una putada? ¿Sí? Pues esto es lo que nos ha hecho el tiempo, se ha dejado ver unos días, nos ha metido a todos en el cuerpo el gusanillo de la playa, de las terracitas, de los paseos al sol, y cuando estábamos empezando a mojar los pies para darnos un bañito que nos aliviase el calor, ¡zas! Otra vez frío, otra vez lluvia, otra vez nubes, el invierno-bis. ¡Y tendremos suerte si se acaba en julio! El tiempo es un calientapollas.
1 comentario:
Jajajajajajaja non me esperaba esa comparasión final eh jaja
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